"LOS PERROS DE DIOS..."

Por: Emiliano M. Sanchez 

04 DE JUNIO DEL 2015

La vida democrática de los pueblos se mide a partir de la prensa que tiene, dice un viejo adagio que bien podría tener mucho de verdad, aunque tampoco podría significar una regla de oro para tazar el desarrollo de una entidad.

Cualquier visitante que recién llegue a Hidalgo podrá constatar, queramos o no, que sus nueve diarios, diecinueve revistas y tres portales de internet son el claro reflejo de que por aquí la alternancia en el poder no ha cruzado ni por equivocación.

Hagamos una prueba sencilla: hojear los diarios y ver que el mismo boletín se repite en todos ellos, sólo cambia el título y el firmante. En las revistas se repiten las mismas caras de los políticos encumbrados, familias y uno que otro de ligado al mundo de la política. Los portales de internet repiten los mismos esquemas.

Hasta donde llega la responsabilidad social de los periodistas para cambiar su entorno; hasta donde su ética debe salvar a su pueblo de la opresión de grupos enquistados en el poder; hasta donde la mayoría prefieren el camino cómodo de disfrutar las migajas del poder antes que enfrentarlos.

En Tulancingo, muchos conocieron al periodista Christian Benett un hombre íntegro que mucho sabía del oficio pero sobre todo de la ética, del amor a la sociedad. “Nosotros, somos los perros de Dios, él nos mandó para proteger a su pueblo”, decía a sus compañeros.

Podría parecer hasta mesiánica esta afirmación, sin embargo confirma la vocación que debe tener cualquiera que se precie de ser periodista. Debe ser gente buena, sencilla, interesado en el bien común y que asuma sobre todo la responsabilidad de convertirse en un fiel guardián de la sociedad.

Hidalgo en distintas épocas ha sufrido el ataque de los hombres en el poder y los abusos se agigantan cuando existe un gremio periodístico timorato que prefiere mantener su estatus de “prensa amiga” antes que enfrentar a los agresores y así mantener sus canonjías que a final de cuentas ni siquiera lo sacan de su pobreza.

Este sometimiento también ha creado una clase de “periodistas” que consideran haber arribado al éxito tan sólo por convertirse en amigos del gobernador en turno o de la clase política, sin ver que sólo son utilizados hasta de manera despectiva.

Hay otros a quienes reunidos en organizaciones, buscan un desayuno de huevos con chilaquiles acompañados por un gobernante que los maltrata, para celebrar irónicamente el Día de la Libertad de Expresión.

Esa docilidad que tienen con el grupo en el poder es diametralmente opuesto a la actitud para con la sociedad a quienes tratan con la punta del pie. Desestiman su punto de vista, hacen de lado sus versiones, no prestan tiempo para escuchar denuncias, carecen de la sensibilidad para erigirse en verdaderos líderes de opinión.

 Qué tan lejos estamos de contribuir, los dedicados a esta noble tarea, en modificar nuestro entorno. Cuando podremos enfrentar de manera valiente la defensa de los compañeros que realicen trabajos de investigación que sirvan para poner tras las rejas a los pillos que se abotagan con recursos del erario.

Es muy clara la tarea que tiene que hacer el gremio para modificar estas condiciones que doblegan el desarrollo de un pueblo históricamente pobre.