GASTO SOCIAL

31 DE MAYO 2012

Monólogo gubernamental municipal

 

Palabras en el desierto, son las que intentan lanzar varios de los ayuntamientos que asumieron el control municipal a partir del 16 de enero, ante la falta de vocerías eficientes, el nulo contacto con la población y ni siquiera la suficiente capacidad para acercarse con los representantes de los medios de comunicación, el canal adecuado para difundir imagen, ideas, lo mismo que darle forma a las tan necesarias “relaciones públicas”.

Lamentablemente, la mayoría de ediles y sus equipos no tienen la menor idea de que de ellos depende hasta su carrera política, lo mismo que la referencia de que sobre su gobierno tenga la sociedad, que sobra decir, ha sido entregada a jefes de prensa que en vez orientar el trabajo de su jefe, acaban sucumbiendo a los caprichos y visiones distorsionadas de ellos.

Esta concepción arcaica de que “El Sol de Hidalgo” lo es todo, está llevando a la ruina a estos ayuntamientos, que carentes de una política de comunicación correcta, se han sentado en un caballo que a cada rato los tumba regresándolos a la hosca realidad que señala que los medios de comunicación han crecido y ha dejado de existir ese falso monopolio de la información.

Ciertamente ese medio de OEM tiene una fuerte presencia, penetración e históricamente representa un ícono periodístico importante en la historia de Hidalgo, pero de eso a creer que es lo único, es ignorar una realidad que está cambiando y que tiene desde hace años un panorama amplio y cambiante con otros diarios como La Crónica, El Independiente, Criterio, Plaza Juárez, El Reloj, Cambio 21, Vía Libre y ahora con un nuevo vespertino, que sumado a los decenas de semanarios y otros más, son el conglomerado con el que se tiene que tratar.

Ciertamente quienes están al frente de las oficinas de prensa no son los más capaces y en muchos casos, además de que carecen del perfil y la carrera, son personas totalmente ajenas al entorno y por ello, han fabricado “fantasmas” y temores que acaban por venderle a sus jefes, que también distanciados en el tema, aceptan tales o cuales recomendaciones sin fundamentos.

Existen, ciertamente, profesionales en esa área que sin duda son el apoyo y el brazo de los Presidentes Municipales y sus administraciones, pero son la excepción. La regla más bien ha sido la incapacidad, (a veces propia, a veces inventada) que trasciende a la sociedad por esta área clave en toda administración municipal, pecado que no se puede perdonar en aquellos que son ciudades o cabeceras Distritales.

Sin embargo, la realidad es más terca y a los pocos meses los alcaldes acaban por pagar el precio de su inexperiencia al estar en el ojo del huracán a cada rato y emerger a la luz pública, problemas internos, desvaríos y asuntos triviales. El papel del área de comunicación social no es intentar tapar estos problemas, como algunos suponen, sino darle una salida institucional, lo menos costosa en términos de imagen y sobre todo, ayudando a la gobernabilidad de la demarcación en turno.

Sin que esto intente ser ni de cerca una clase de relaciones públicas, imagen y manejo de comunicación, lo cierto es que los alcaldes y hasta funcionarios de otros niveles de gobierno y hasta sindicatos, no pueden vivir engañados y seguir atrapados en sus propias quimeras, que por ignorancia o inocencia, han terminado por cercarlos políticamente.

El caso extremo es que ante esta incapacidad se privilegie el golpeteo hacia los periódicos y sociedad que los señalan de sus errores u omisiones. Las críticas y quejas tienen que hacer a los funcionarios más sensibles en vez de responder con agresiones a problemas generados desde sus mismas limitaciones.

Es pues un problema de ideas, asesoría y capacidades. Cuando se debe meter reversa en una decisión impone que es necesario cambiar, ¿por qué no?, la política, y a veces hasta a los funcionarios que no han hecho bien su trabajo, al margen de un amplio ejercicio de reflexión si en realidad les interesa servir al pueblo que los llevó el poder.

Seguir encerrados en sus obcecaciones, sólo puede indicar que sus acciones y administraciones están condenadas al olvido y a la condena social y de paso, la periodística.

   

César Peña

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