EDITORIAL

31 de enero del 2013

“Los hombres con poder cambian” reza un refrán popular, y cuánta razón tienen estos dichos; es normal que cuando algún hombre o mujer la envisten de poder, de inmediato cambia su personalidad, deja de hacer lo que antes hacía y en muchos casos es comprensible, pues las ocupaciones poco a poco los van absorbiendo, pero esto tampoco justifica cuando estos políticos ignoran todo lo que es la voz del pueblo, para ellos esta voz no existe, y piensan que si escuchan el lamento ciudadano darían una muestra de falta de carácter, ¡craso error para los de poder!, porque poner oídos a lo que la gente piensa, daría a los hombres que tienen como función dar bienestar a la sociedad mayor certeza en sus decisiones, dígame usted, cuando un hombre no es nadie en la administración pública, se pasea por las calles, convive con sus amigos, sale a realizar sus actividades de manera cotidiana, apenas se siente iluminado por la mano divina y cambia hasta su modito de andar, mira a los demás por encima del hombro y los trata con reservas, ¡claro!, hay otros que sí saben convivir con la gente que los buscan, se dejan querer y buscan la manera de resolver los problemas, aquejan la vida diaria de sus conciudadanos, ojalá que los que hoy tienen poder reaccionen y se den cuenta que el poder es como un suspiro, profundo y fugaz, no mas…