EDITORIAL

30 DE AGOSTO 2012

Hace unos días leí un libro que desde mis tiempos estudiantiles no encontraba, “La Búsqueda”, en él se centra el tema principal “la búsqueda del destino de las águilas”, empieza de una manera muy chusca, “un águila iba volando y pone un huevo, este cae en una granja y una gallina lo empolla, al brotar el huevo sale un animal diferente a los pollitos y lo primero que dice esta águila es que quiere volar, lo que provoca risa, pues dicen los pollos que ellos no vuelan”, dentro de este contexto, hay que analizar la actitud de algunos políticos, pues muchos de ellos no saben ¿Cuál es su destino?, y mucho menos se lo labran, sólo son obedecedores y cuando las circunstancias “políticas” los llevan al poder, no saben qué hacer y cometen los errores más crueles, e insospechados que se pueda usted imaginar; abusan del poder, hacen mal uso de la oportunidad que la ciudadanía les dio, y cuando ya están “sentados” se olvidan de todo, ¡sí!, de todo y de todos, se sienten grandes hombres cuando sólo deberían ser hombres humildes y agradecidos con quienes les dieron la confianza de ser alguien en su vida; abandonan a sus amigos, se esconden de sus enemigos, pensando que ni a unos y ni a otros los volverán a ver, ¡craso error!, porque a sus amigos, cuando ya no es nada, los pierde y a sus enemigos, cuando ya no tiene poder, lo hacen trisas; difícil posición de hombres que hoy llegan al poder y se pierden en la oscuridad de la ignorancia, pensando que toda la vida “el perfume del poder” va a doblegar siempre a un pueblo sediento de justicia social, esto es lo que sucede en Santiago Tulantepec con Jesús Aguilar y en Tulancingo con Julio Soto, dos jóvenes que la vida les dio la oportunidad de llegar a gobernar sus pueblos natales ¡Y vaya decepción que han provocado en sus lugares de nacimiento!, de ineptos y abusivos los califican todos los días, aunque ellos se esmeren en comprar conciencias para divulgar lo contrario, los resultados están a la vista y estos, si ellos no los quieren ver, ¡es porque están ciegos!, o simplemente porque alguien les puso una venda en cada ojo, llamadas “soberbia” y “arrogancia...”