BOQUETE HACENDARIO...

25 DE SEPTIEMBRE DEL 2014

Por:  CÉSAR PEÑA

cesarpesa@hotmail.com,

Facebook, twitter @tesaron

 

 

La Reforma Fiscal y la hermana, la energética, tenían que darse simultáneamente, no podían excluirse, postergar una y menos cancelarse debido a lo que representan como parte del todo gubernamental del proyecto para no dejar al país sin ingresos hacendarios ya que pondrían en jaque el gasto público y en recio riesgo los programas del paternalista sistema que sigue sirviendo para perpetuar la pobreza y no para terminarla.

            Al abrir la inversión externa en el sector energético, Pemex dejará de aportar a las arcas la suma de 90 mil millones de pesos. Esta cifra no podía ser sacada de ningún otro lugar más que ampliando la base fiscal y como tal, fueron incluidas las iglesias, el comercio informal en el cual subsisten cerca de 25 millones de mexicanos y todos aquellos contribuyentes que estaban cautivos.

            Con la Iglesia, un sector por siempre privilegiado, exentado toda la vida de pagar impuestos, donde los curas hacen todo tipo de manejo discrecional para tener una vida cómoda, ya se le estaba haciendo tarde al Estado Mexicano para meterlos en cintura, aún cuando la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público de 1997, ya contemplaba la obligación de aportar a la hacienda pública cuya reglamentación fue, sin duda, letra muerta.

            Cobrarles impuestos a los cultos, pedirles cuentas de las limosnas es simplemente un acto de justicia contra quienes han creído no sólo en los paraísos terrenales, sino, en los fiscales existentes en México. Ahora falta ver si las autoridades tienen la capacidad de realmente poder fiscalizar todos los recursos que llegan a cada religión y que sirven para que los ministros y líderes religiosos sean una casta sumamente rica en medio del pueblo pobre que les financia todas sus aventuras. La católica, es de las más ricas, pues todavía se da el lujo de enviar 350 millones de pesos semestralmente a su “matriz”, el Vaticano.

            Sin embargo, poner el pie en el cuello de millones de mexicanos con menores ingresos, cuidando con lupa sus ingresos para que paguen lo correspondiente al IVA e ISR, sólo causará mayores presiones, siendo el único lugar del cual puede salir esta enorme diferencia. Esta urgencia por recursos, sin embargo, viene aparejada como sabemos, con la enorme tolerancia y hasta el trato especial que reciben algunas empresas como Televisa y varias más, para quienes funciona un régimen de excepción que perdona no pagar 3 mil millones de pesos de impuestos.

            Cualquier contribuyente que adeude 5 mil pesos a la SHyCP o que no pueda comprobar movimientos bancarios por cifras realmente pírricas, puede estar en la lista de los morosos y ser objeto de medidas precautorias y hasta embargos, mientras los grandes magnates pueden simplemente pagar lo que quieran y además, hacer uso de una cláusula de “impuestos diferidos”, que les tolera hacerlo cuando quieran.

            Contrariamente no hemos visto que haya planes para reactivar la economía. Las micro y pequeñas empresas, que dan ocupación al 70 de la PEA, apenas y sobreviven. El crédito es escaso, no hay fomento real ni programas para apoyarlo, por lo que su subsistencia es azarosa mientras que son las grandes firmas las que acaparan todo, pese a que tienen una porción muy pobre del mercado laboral.

            Necesitamos, a la fecha, una Reforma Económica que atienda este problema, porque si bien llegarán nuevas firmas como Exxon, Chevron, Repsol y varias más, los impuestos los pueden pagar… en sus lugares de origen, sin dejar nada en México, salvo escasas ocupaciones generadas, una cuestionada derrama económica o con sus debidas dudas, la posibilidad que los precios de los combustibles bajen debido a la competencia.

 

 

 

* Periodista, investigador y economista