DE POLÍTICA

14 DE MAYO 2012

Las madres, pilar de una sociedad democrática.

Hoy dedicaremos en esta ocasión muy especial, algo que en la actualidad jamás dejará de tener vigencia; felicidades a todas las mamas lectoras.

Ser madre es el más bello oficio del mundo; la misión es el ejemplo de todas las virtudes domesticas y sociales. En su entrega saben de la angustia, la fatiga, y en ocasiones el desencanto de criar a un hijo. Actualmente ser madre es más difícil, con el temor de “traumarlos” la autoridad perdió fuerza, los hijos imponen su voluntad. En contadas ocasiones la madre recibe honores si obtiene buenas calificaciones, la institución escolar es buena, si baja su rendimiento la causa es qué la mamá no lo apoya. Si resulta la oveja negra buscan la causa en los genes de la familia.

El rol de la madre ha estado definido la crianza y la educación de los hijos, hablando de una familia bien consolidada con un padre proveedor, comprometido con la responsabilidad de una familia. Sin embargo cada día más mujeres se incorporan a la fuerza laboral, según las estadísticas tres de cada diez mujeres son jefas de familia, es decir son madres solteras o divorciadas. Los hijos pierden madre, ya que la mamá pasa a ocupar el rol del padre, los hijos al mes de nacidos pasan las horas en la guardería. Las madres al desempeñar los dos roles viven agotadas por la doble jornada de trabajo. El resultado un alto índice de depresión.

Anteriormente las madres después del parto contaban con ciertos privilegios mientras se dedicaban a amamantar al bebé como, servicio doméstico, la cooperación de las vecinas o de familiares, hasta que se recuperaban. Las costumbres se transmitían de madres a hijas. En algunos pueblos criaban cuarenta gallinas con las que les preparaban caldo de pollo todos los días.

En las grandes ciudades las horas del día resultan insuficientes para realizar las labores cotidianas. Aún con el ahorro en tiempo de los pañales desechables, la comida preparada, por la falta de descanso, las madres están al borde de un ataque. Decía mi abuela: “Cuando Dios te dé un hijo, tiembla de la responsabilidad que acaba de nacer, tu vida nunca volverá a ser la misma”. Cuando están chiquitos los problemas son chiquitos, cuando están grandes los problemas son enormes. Las madres del siglo 21 tienen un deber enorme con los hijos, necesitan ser sensibles para expresar sentimientos y firmes para poner límites. Para esta labor son necesarias herramientas que se adquieren al prepararse, ya que los enemigos son bárbaros: la cultura desechable, el consumismo, el hedonismo y la permisividad, se nos han salido de las manos.

¿Que necesitan transmitir las madres para preparar a sus hijos en la Democracia?

El desarrollo del carácter es la base en las sociedades democráticas. Está sustentado en la autodisciplina, la vida virtuosa y en el autodominio. La piedra angular del carácter es la automotivación, la capacidad de transmitir el entusiasmo por los deberes como levantarse para asistir a la escuela o al trabajo, de cumplir las tareas en las diferentes etapas, del control de los impulsos y de las pasiones, es decir, el fortalecimiento de la voluntad y la empatía para ponerse en los zapatos de otro.

La autoridad puede hacer crecer a quienes la siguen, es la capacidad de obtener de los demás comportamientos sin recurrir a la fuerza, al chantaje o al miedo. La autoridad supone una jerarquía común de valores como:

 

Honestidad: Evitar la corrupción, ser congruente, educa más el ejemplo, los comportamientos se aprenden en la actuación cotidiana. Los patrones de comportamiento son fotografías que se quedan grabadas en el cerebro y actúan de forma automática.

 

Comunicación: Clara y directa, saber escuchar. Expresar los sentimientos sin censura. Aprender a distinguir el lenguaje no verbal.

 

Responsabilidad: La toma de decisiones personales, examinar las acciones y conocer las consecuencias. Asumir responsabilidades, cumplir los compromisos. La responsabilidad es el principio básico de la libertad.

 

Tolerancia: No se puede tener todo a la vez, tolerancia por las diferencias de personalidad, de credo, de raza, de cultura; a la discapacidad, etc.

 

 

•Cooperación: Poner el trabajo doméstico a la altura, como una habilidad de independencia. Cooperar al cuidado de la ecología como deber social.

 

•El amor: A sí mismo a la familia, a las raíces, a la patria. El amor lleva a sentimientos de gratitud. El amor a sí mismo da seguridad y confianza, a las raíces sentido de pertenencia.

 

•Gratitud: Amor y gratitud son principios fundamentales de la naturaleza. La gratitud crea un corazón lleno de amor.

 

• Solidaridad: Ser solidario es estar comprometido con la vida, mostrar compasión a los seres humanos, a los grupos vulnerables y a la naturaleza.

 

• Educar en equidad: Las tareas de la casa deben ser compartidos por igual, desde pequeños, los niños y las niñas tienen las mismas oportunidades, derechos y responsabilidades.

Nuevamente gracias por ser lectoras de esta columna, deseamos lo mejor a todas nuestras mamas, hasta la próxima.