GASTO SOCIAL

21 DE JUNIO 2012

Súper sueldos

 

Sólo una democracia distorsionada o una “pseudodemocracia”, como la Mexicana permite que en un país, con cerca de 70 millones de pobres, sus gobernantes tengan los salarios y percepciones más altas del mundo, de tal suerte que no sólo indignan, sino que provocan fuertes críticas, al margen de los actos de enriquecimiento ilícito, desvío de recursos y otras anomalías de parte de algunos de estos magnates de la política.

En la cúspide de esta deshonrosa lista aparecen los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que perciben 514 mil pesos, que hacen un salario de 7 millones 907 mil pesos de pesos “al año”, en tanto, un obrero con dos salarios mínimos llega a percibir, si acaso, 33 mil 600 pesos.

Los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en consonancia con este derroche, perciben un total de 382 mil pesos mensuales, lo que nos hace recordar las palabras de Felipe Calderón Hinojosa, quien en un ardid en el 2009, dijo que “nadie ganaría más que él”.

Claro, seguramente el mandatario, que en noviembre del 2011 se subió el salario de 160 mil a 198 mil pesos, podría argumentar que la autonomía de poderes le impide llevar tal propuesta a legisladores y al Poder Judicial, sin embargo, no hubo la menor intención de presionar o sugerir a los poderes una moderación semejante.

Y cómo tal autonomía es también vertical, el alcalde de Tlalnepantla, el priísta Arturo Ugalde Meneses, gana 749 mil 752 pesos mensuales, siendo el munícipe con el mayor salario de todo el país, sólo comparable también con lo que se llevan los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), órgano electoral que se supone debería estar al servicio de la sociedad y no de los partidos.

El mismo secretario de Hacienda, José Antonio Meade, además de su abultado sueldo, dispone de 5 mil pesos diarios para sus comidas, un dinero que no ve un obrero ni en un mes con jornales de hasta 10 y 12 horas.

En esta danza de cifras millonarias están igualmente los Diputados Federales, que perciben de dieta 78 mil pesos netos, junto a otros ingresos como partidas para desplazamiento, trabajo legislativo, apoyos de gestoría y otros gastos que hacen una suma de 148 mil pesos mensuales, por eso se hace tan codiciado alcanzar un escaño de los 300 Distritos en disputa por la vía de mayoría y los 200 a través de representación proporcional.

El caso del descarado alcalde de Huejutla, Alfredo San Román Duval, es ilustrativo, llegó a percibir 192 mil pesos mensuales; cuando su conciencia y las presiones hicieron efecto en su pasada administración panista, se bajó esta cifra a 140 mil pesos, luego a casi 90 mil pesos para en sigilo, durante su último año, volver a entregarse con una Asamblea complaciente la cantidad de 150 mil pesos.

Pero este hombre, ahora con la camisa de Convergencia, por más extraño que nos parezca es muy querido por la gente, a quien acostumbró a entregarle dinero en efectivo en cada visita a las comunidades, en vez de hacer obra pública y bajo el esquema de que la necesidad apremia logró hacer de este “su sello de gobierno”.

Los regidores que estuvieron con él hace seis años, fueron también los nuevos ricachones del pueblo, pues devengaban cerca de 50 mil pesos al mes, casi lo mismo que los asambleístas capitalinos en Pachuca.

Las sugerencias que a nivel local hizo en Congreso de la entidad, como tabuladores, resultaron ser una birla que nadie respetó y pese a vacilaciones de austeridad y otros sinónimos, los gobiernos de la derecha son los que se han despachado con la cuchara grande sin importar que los ciudadanos están al borde de la inanición.

Tales gobernantes podrían argumentar, como en el pasado, que “no es culpa de ellos” para evadir toda responsabilidad, pero en realidad si está en sus manos velar por sus gobernados al tener la consigna de crear programas y apoyos para las familias, y constitucionalmente participar en la creación de empleos y entregarle una vivienda y hasta esparcimiento.

Sabido es, que todo esto es “letra muerta”, pero por lo pronto es inconcebible la existencia de gobiernos ricos con ciudadanos pobres, y si los hay significa que la democracia se está “manoseando” de la peor manera.

 

César Peña

cesarpesa@hotmail.com