Magisterio, se van las viejas generaciones

06 de junio del 2013

Por: César Peña *

cesarpesa@hotmail.com, Facebook, twitter

 

Cada día queda más claro que el magisterio desarrolló durante décadas un aparato de choque que le sirvió, primero, para llegar al poder y luego, para resistir los embates externos de grupos rivales y sectores gubernamentales que los veían como enemigos en el enlonado social al que se subieron obligados por las circunstancias, aunque sin justificación en el contexto de la razón, la cordura y sobre todo, al ser el gremio encargado de educar al pueblo.

                Si bien no hablaba nada bien que el magisterio tuviera un brazo violento sacado muchas veces de los sectores marginados de la misma sociedad, quienes no habían pisado casi nunca una universidad o la Normal Superior, estos grupos permanecieron al interior y poco a poco se fueron incorporando al sistema educativo nacional, no pocas veces con lamentables resultados.

                En los tiempos en que la demanda de profesores no era cubierta con los escasos egresados de la materia, estos paladines del garrote y emisarios de la fuerza bruta, particularmente en la década de los 80 y 90, se hicieron de espacios para estar ahí, pendientes de que todo se diera conforme los planes de dirigentes como Elba Esther Gordillo.

                Si bien casi nunca intervenían en su rol inicial, servían para presionar aumentos de sueldo o para frenar y propiciar conflictos. Tuvieron, aunque antagónicamente, un rol excesivamente desfavorable aunque funcional, en la estructura educativa. De sus resultados en las aulas, casi la mayoría desde luego, dejaban mucho que desear, porque ellos mismos comenzaban a aprender al mismo tiempo que los niños.

                Este evidente analfabetismo magisterial se compaginaba a la perfección con el autoritarismo de la sociedad. Fueron los tiempos en que se hizo célebre la frase de que “el conocimiento con sangre entra”, arrastrado desde los tiempos de la educación posrevolucionaria y cuando la SEP tomó forma allá por 1921.

                Sin embargo, los nuevos tiempos, sobre todo a partir del 2010, reclamaron otro perfil de sus mentores. Aunque los de complexión porril seguían ahí, casi en desuso, sirviendo para choques eventuales, la sociedad comenzaba a reclamar a verdaderos profesionales en las aulas frente a los grupos, con un título, preparación, pedagogía suficiente y sobre todo, con la vocación de saber que en sus manos tenían al futuro de la Nación.

                Fue en ese momento cuando el viejo esquema comenzó a derrumbarse. La detención de Elba Esther Gordillo es parte de ello, no visto sólo como un revanchismo gubernamental, sino producto de la caducidad de este principio autoritario caducado, al que le han seguido cientos de maestros que se niegan a dejar la vara para enseñar, si es que a muchas de las cosas que dicen, se puede considerar enseñanza constructiva.

                Hoy, esta necesidad –y no la falsa Reforma Educativa-, es la que está llevando a que jefes de sector y supervisores prescindan de los servicios de esos maestros de la vieja guardia, aunque las nuevas generaciones, presionadas por el desdibujado mercado ocupacional, están aceptando magros salarios y condiciones laborales acotadas con tal de tener un empleo.

                Si, esos maestros jóvenes, con conocimientos amplios, casi infinitos, de investigaciones nuevas y métodos innovadores, están tomando las aulas aceptando contratos temporales y ahora, ocupaciones sin garantía de tiempo, ajenos a sus derechos y desde luego, inconscientes de los esquema laborales importados que hacen flexible la relación, para el contratante obviamente, como si la educación pública fuese una empresa privada.

                Estos esquemas productivistas avizoran, no una mejor educación, sino el inicio de la partida del darwinismo en la esfera de la enseñanza, en que se competirá también por el empleo y su permanencia medidos por indicadores de calidad que son poco efectivos cuando afuera, en la sociedad, falta y falla casi todo.               

 

 

* Periodista, investigador y economista