¿PACTAR?

17 DE NOVIEMBRE DEL 2011

César Peña

cesarpesa@hotmail.com y twitter@tesaron

 

Ante la desesperación que existe en el país porque no cede la violencia, las fórmulas y soluciones aparecen ininterrumpidamente, como cascada, para tratar de remediar el caos que hoy es México. De las inflexibles posturas de “no está a discusión” la estrategia de seguridad del presidente Felipe Calderón, han aparecido otras más, quizá tantas como parches tiene la Constitución.

                La que más ha impactado por el interlocutor y su contenido político y social, ha sido precisamente la del “cantinflas” Vicente Fox Quezada. El ex mandatario, en sus ocurrencias, cree que es posible pactar una tregua de parte del Estado Mexicano con los grupos criminales. De ese tonó, pasó a considerar una amnistía, asunto igualmente complicado, aunque no descartable.

                Tales recetas, que han sido inmediatamente refutadas sobre todo al calor del ambiente preelectoral, no son posibles, como lo consideran analistas y políticos. Una razón, más allá del moralismo que despierta, es que está sujeto a consideraciones unilaterales que pueden desconocerse en cualquier momento, lo que no sucede con una ley, que no está sujeta caprichos, su cumplimiento es obligatorio y es de aplicación general. Bueno, eso es la teoría, la práctica es muy distinta.

                Pero las palabras del norteño Sócrates Rizzo García, de que en un tiempo el Gobierno federal pactó con la delincuencia, si bien resultan inquietantes para los panistas y diversos sectores sociales, hablan de que por lo menos, durante ese tiempo existió cierta gobernabilidad con brotes efímeros y controlados de ajustes de cuentas, que en cierto punto, resultaban inexistentes.

                No había, por lo menos en esa era priísta, la desbordada violencia que hoy invade todos los rincones del país. En este sentido, la gente ve con buenos ojos un pacto así, ya que sin ser lo ideal, representa una clara diferencia con el estado de cosas que hoy se ven. La derecha por supuesto reacciona contra esta pretensión que califican de hipócrita sólo para reforzar su obstinación actual.

                Con la cercanía de la sucesión presidencial, los aspirantes le han tenido que entrar obligatoriamente al tema, porque indudablemente supone la mayor encrucijada que tendrán en lo físico y material de sus preocupaciones electorales y luego en la agenda nacional, por lo que despuntan, aunque sea en oportunismo, las fórmulas mesiánicas, casi todas ellas por el momento, sin profundidad ni contenido.

                Hoy cuando el “espurio” reniega de las palabras de quien le allanó el camino a Los Pinos, la mayor parte de las consideraciones oficialistas se inclinan solamente por el reforzamiento de la presencia militar y policial en todo el país, pasando por la creación de cuerpos de élite y otras soluciones históricamente ineficaces como el Plan Mérida, la ayuda externa, etc.

                Viene nuevamente a la mesa de discusión, la preponderancia del papel de la economía sobre la política, es decir, la escasa ocupación que tiene la solución del empleo y las oportunidades para desalentar la criminalidad y del que no se oye nada de los presidenciables de todos los partidos.

                Hay quienes, en otra opción, consideran que complementariamente al avance en la cuestión de la despenalización de las drogas, se dé igualmente y con mayor precisión, una política de ocupación de alcances potenciados, que puede tener mayor efecto hoy que el prohicionismo, contra lo que pretenden las autoridades, ha tenido también efectos en el consumo, al aumentar un 30 por ciento.

Los pactos, como las negociaciones, pese a que carecen de reconocimiento legal, son las que han dado estabilidad a esta Nación desde hace mucho tiempo, pero hoy asusta a quienes con sus acciones incurren en fraudes, ilegitimidad, desvergüenza y casi toda clase de agravios a la Ley sin pudor alguno.

Cuentas claras: Con el deceso del hidalguense Miguel Ángel Granados Chapas se pierde otro invaluable defensor de las causas del pueblo, porque más allá de las aportaciones que hizo a las letras y el periodismo, había en él a un férreo pensador socialista que llevó su lucha contra las inequidades a sus propios terruños.