Democracia mexicana, cuestión de percepciones

POR: César Peña *

 

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La historia, ha dejado constancia sobrada de que existen siempre dos versiones encontradas, aunque en la realidad puedan existir más de puntos intermedios, pero las más claras son las de aquellos que ganaron o hegemonizaron y la de los vencidos. Para efectos de la política, también hay dos caras de la moneda, una, de los gobernantes y otra, desde luego, las de los gobernados y desposeídos.

                En la realidad mexicana, es perfectamente claro que esta contraposición tiene que ver con los beneficios generados desde esta misma política, en que es defendido a capa y espada el proyecto democrático por sus benefactores que desde las altas esferas llevan las riendas del poder en tanto que los excluidos no sienten que tenga los mismos beneficios, por lo que el dilema pareciera remitirse a un asunto de percepción, el cual no es así.

                Un tercer grupo, dedicado al análisis y el estudio profundo de los fenómenos sociales y políticos del México moderno, ese lleno de contrastes y complejidades, ve que existen precisamente vínculos entre el sistema y su legitimación, es decir, entre la clase que gobierna –única beneficiaria-, y el aparato jurídico que sostiene y da legitimidad al proceso que defienden a a ultranza en calidad de benefactores.

                Recientemente, en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, se montó en esta idea redentora de la democracia mexicana, al asegurar que estamos en un franco proceso de madurez puesto que los procesos electorales son cada vez más concurridos y se respeta la voluntad ciudadana.

Pero sobre todo, centró su atención en la alternancia política a través de 12 años en que dos partidos han concurrido pacíficamente, algo que es entendido por el mexiquense como prueba contundente de que no sólo existe democracia plena en México, sino que además está perfectamente bien de salud.

Estas palabras del mandatario, no concuerdan con los últimos reportes dediversos organismo, como el Latinobarómetro, que demuestran cómo los ciudadanos creen cada vez menos en la democracia como sistema político, algo que se viene registrando desde hace mucho tiempo con una anunciada caducidad.

El problema de fondo, creo que es uno que es complicado ver para las clase política; el equiparamiento que hacen de democracia electoral con democracia social, están convencidos que uno conlleva a lo otro o peor aún, que son sinónimos cuando en realidad se trata de procesos completamente diferentes y sin relación directa alguna.

La democracia para los partidos políticos es entendida en este tenor, cuando ellos tengan derechos y acceso al poder se interpreta como que los ciudadanos, a través de estos partidos, están logrando mejorar la sociedad, pero vemos que no se corresponde ni siquiera la participación ciudadana, con que haya equidad para la competencia electoral. Es un asunto tan distante ya a la vez poco claro, que los partidos y políticos aprovechan  para usarlo confusamente en cuanto escenario puedan.

Muy pocos en la parte baja de la sociedad piensan lo mismo que Peña Nieto, es más, para ellos la democracia es una llana palabra sin sentido práctico, que sirve sólo para las elecciones y los programa sociales.  Pero el mayor indicador, es que los pobres siguen ahí, sus derechos negados, con escasas posibilidades de crecimiento y si fueran ciertas las palabras de estos dirigentes, cada sexenio habría una mejoría sensible y vemos desde luego que no es así, ya que los problemas crecen y aparecen otros nuevos, producto de la falta de democracia, la corrupción y la indiferencia gubernamental.

 

Cuentas claras: Cuando el padre Solalinde se atrevió a decirle a los perredistas que se han corrompido y que le han fallado al pueblo de México, no dijo nada nuevo. El perredismo, integrado plenamente al tripartidismo que gobierna México, tiene políticos muy parecidos, por o decir iguales, a los que hay en los otros dos partidos que se han apoderado del país; gente insensible, oportunistas y demagogos, que ven en la política oportunidades personales y negocios jugosos entregando la patria.  

 

 

*  Periodista, investigador y economista