EDITORIAL

22 DE MAYO DEL 2014

Somos una sociedad incrédula… una sociedad decepcionada… una sociedad sola, huérfana. Todo o en todo el gobierno o los hombres de poder quieren meter la mano. Se sienten dueños de nuestras vidas, de nuestras ilusiones, de nuestros anhelos, de todo lo que tenga que ver con nuestro futuro. Dicen, somos libres y tenemos el poder, somos la soberanía, pero a la hora de tomar decisiones que nos beneficien, nos callan, nos intimidan, nos acosan, nos reprimen, y  nos oprimen. Y lo peor, que tenemos que aceptar decisiones que nos daña y perjudican nuestra vida cotidiana, aunque éstas afecten nuestro patrimonio, nuestra seguridad, nuestro futuro. La sociedad mexicana ya está cansada de tanta imposición, y no solo del sistema político, sino también del hijo de vecino que quiere imponer su voluntad, el pariente incomodo, del comerciante grosero y carero, de los que te checan un boleto ya sea en el cine o teatro, o los que te venden las palomitas cuando vas a una función de cine, te quiere imponer, te quiere manipular a que compres lo que ellos desean. Nuestra sociedad está al borde de la locura, suben impuestos, no hay liquidez y por lo tanto no hay circulante, se encarecen los productos alimenticios, se roban el dinero los ladrones de la calle, los políticos y los de cuello blanco. Nuestros hijos son asediados por maestros o profesores que quieren que aprendan en un mes conocimientos que no fueron dados en todo un periodo escolar, la violencia llega a nuestros centros educativos y nadie hace nada, matan a mujeres sin misericordia y nadie, nadie levanta la voz de manera más recia. Los gobernantes dicen que van a hacer obras que nunca terminan o simplemente son hechas con material de mala calidad, se corrompen y denigran el oficio público y son premiados con cargos de mayor jerarquía. Ante todo esto, ¿qué debemos hacer? ¡Nada! Porque todo toleramos y porque no nos importa nadie, hasta que no somos afectados en nuestro circulo personal o familiar. Pero ¿Qué debemos hacer? Vivir la vida, y disfrutar los momentos con nuestros seres queridos, porque al fin y al cabo el ser humano vino a este mundo a ser feliz, aunque desde nuestra trinchera luchemos por ser mejores…