Exámenes y plazos

09 de mayo del 2013

Por: César Peña

Emilio Chauyfeet
Emilio Chauyfeet

Si bien es cierto que la situación de la educación en México es críticamente mala, conectada, no sólo a un sindicato, sino a todo un sistema viciado y paupérrimo, la salida no era redimirse bajo una Ley Educativa que de tajo, redujo todo a cambios administrativos y por supuesto, laborales, poniendo al descubierto una pobre estrategia para resolver problemas como la deserción, el bajo aprovechamiento escolar y otros tantos que no nacieron con Elba Ester Gordillo, sino que se arrastran desde tiempo atrás.

                La idea de los genios en el gabinete de evaluar a los maestros - lo que por sí solo no es malo -, y junto a ello, crear un sistema de premios y castigos tal como lo hacen en algunas escuelas y hogares, sólo habla de una falta de capacidad para ver esquemas más eficientes para mejorar la educación en México. Nada más que el extremo de tales castigos es la pérdida de la fuente de sustento, un negro principio que atenta contra la vida sindical, los derechos laborales y la estabilidad del gremio.

                Es concebible que en una empresa se apliquen esquemas de productividad, eficiencia, escalafón y otras prácticas de aprovechamiento para maximizar ganancias, pero el sistema educativo no es una fábrica que tenga como fin el lucro, sino una esfera que requiere mucho cerebro gubernamental.

                Cuando al principio Emilio ChauyfeetChemor y la administración peñista hablaron de una Reforma Educativa consensada, desde luego su universo se remitía exclusivamente al Pacto por México y la visión anquilosada y revanchista de los líderes perredistas y panistas con la “maestra”, entre quienes se esparció el monólogo gubernamental, excluyendo la fuerza del SNTE y el reducto de la Coordinadora, vistos como sujetos marginales cuando era precisamente con ellos con quienes debía avanzarse de manera central, además del diálogo con la sociedad.

                Las reacciones son los movimientos de resistencia en el sureste, que han logrado en Guerrero sentar al Congreso a revisar lo realizado mientras que en el resto del país, la pasividad a regañadientes puede tronar en plenas elecciones o posteriormente. La “evaluacionitis” con sanciones bien pudo ser sustituida con mediciones del proceso de enseñanza que obligaran a cursos de actualización como actualmente se estila, calificaciones de los paterfamilias y hasta en casos graves, sanciones reflejadas en los salarios de los mentores, pero no poner en riesgo su futuro de la manera en que se hace hoy.

                El ser humano tiene la característica de aprender y seguramente las reducciones y descuentos los harían prepararse aún más, sin embargo, la aplicación de los exámenes del Instituto Nacional de la Evaluación de la Educación (INEE), aplicados recién termine el actual ciclo escolar, tendrá sus primeros damnificados los primeros días del ciclo siguiente.

                La valoración del desempeño docente como una parte de la aprobación del trabajo del sector público, nos lleva necesariamente a pensar en que también se debe evaluar a todos los demás funcionarios de las diversas dependencias, algo que seguramente daría u resultado negativo porque la gran mayoría está ajeno a las funciones que realiza y su permanencia en los cargos depende de otra suerte de factores cuando también podrían recibir el mismo trato.

                Los mismos periodistas del régimen, dados a repetir insaciablemente los dictados oficiales, muchos de ellos tampoco aprobarían una evaluación de conocimientosni profesionalismo, porque desde el punto que se vea, la estandarización de aprendizajes y desempeños sólo tiene fines netamente productivistas tal y como en su momento se señaló con lo que hacía el Ceneval con los conocimientos escolares y que todo el tiempo se ha negado.

                La razón, que subyace en lo necesariamente válido, está en función de las necesidades del mercado, fondo de los planes de estudio operados en la década de los 90 en algunas universidades públicas, cuyos contenidos privilegiaron la inserción laboral y no la reflexión social. Pese a ello, ni siquiera los egresados consiguen empleo fácilmente y hoy la crisis escala a otras dimensiones, alcanzando necesariamente la parte de la enseñanza básica y una miope Reforma Laboral.

                Como no esperamos la creación de un Instituto Nacional para la Evaluación Burocrática, entonces tenemos que conformarnos con una realidad que como mano invisible, sea la que regule, a través de resistencias y plantones, los pasos malos y correctos que se da en la esfera federal y así poder llegar a lo socialmente deseable aunque ya se haya diluido toda conquista laboral.

 

Cuentas claras: En el mismo tenor, la SEP emitió un comunicado en el que se da a conocer que se acaban las comisiones para el personal, que sobre todo en esta fecha le da por dejar sus ocupaciones para irse a campañas, en que incluso habrá revisiones de que efectivamente estén los maestros en las aulas, pero yo me pregunto, cuando se hará lo mismo para evitar que en los ayuntamientos y administraciones estatales los trabajadores no salgan en sus horas laborales a apoyar a sus partidos, principalmente el PRI.

 

*Economista, investigador y periodista