Seguridad: la hora de la ciudadanía

30 de enero del 2014

Por: César Peña

cesarpesa@hotmail.com, twitter@tesaron, Facebook

 

 

La lección social que está dando Michoacán a México y al mundo debe ser considerada desde su perspectiva social, de agotamiento de las instituciones que no han sido capaces de responderle a la ciudadanía sobre un asunto tan sensible como el la seguridad y que ha pasado a desestabilizar todo los demás sectores de la convivencia humana.

                El debate no es sí las defensas comunitarias tienen o no derecho de existir y andar tomando poblados para liberarlos del crimen organizado, la pregunta debería ser, ¿ha cumplido el Gobierno con su responsabilidad de dotar de seguridad integral a los michoacanos? La respuesta obliga sin duda a un análisis sólido y sin titubeos.

                Para responderlo, hay que recordar las razones por las que la gente de estratos altos y ahora cada vez más  las de medios y bajos, han decidido cerrar sus calles con plumas, módulos de vigilancia privada, colocando cámaras de vigilancia. Es imposible negarles el derecho de resguardarse ante los incontables asaltos, saqueos de viviendas y delitos de que han sido víctimas en fechas recientes que las autoridades no han podido contener.

                Aunque provocan caos para los automovilistas y peatones, con el paso del tiempo la gente se acostumbra y justifica tales acciones  y no pasa a mayores, ¿por qué razón deberíamos negarles, aunque lo prohíba la Constitución, que la gente decida armarse para garantizar su propia seguridad en Michoacán? Las razones que pueden existir para oponerse, pueden ser tan sólo morales, pues la misma Carta Magna sostiene en su artículo 1, que el pueblo puede decidir en cualquier momento, cambiar su forma de Gobierno.

                En todo caso, esta reacción corresponde a una acción de omisión y hasta complicidad de diferentes niveles gubernamentales con los criminales y no está en las Guardias Comunitarias el pecado del alzamiento, sino en la política agotada y estéril que se aplicó para tolerar la impunidad desde los sexenios foxista y calderonista.

                Ellos, los policías de la comunidad, simplemente están haciendo algo que no pudieron o no quisieron  hacer las autoridades y como la burguesía, están poniendo rejas a su casa para evitar ser asaltados,  extorsionados o asesinados por los delincuentes. Están recuperando lo que se les fue o lo que les ofrecieron en campañas de cartón una bola de políticos oportunistas que no tienen el menor recato en inventar todo tipo de justificaciones infantiles para deslindarse de su responsabilidad.

                Las guardias comunitarias no quisieron y ni siquiera lo pretendieron, tomar las armas y guerrear contra ejércitos de criminales. Las circunstancias los condujeron a este callejón con una pequeña, pero al fin, única salida, de ahí que el Gobierno Mexicano, en una primera reacción, los vea con recelo en vez de apoyar su lucha y darles todas las garantías para que hagan lo que ellos no pudieron y eventualmente, retornar a sus vidas cotidianas.

                Porqué sólo alguien que no tiene las cosas bien en su cabeza puede pensar que un doctor prefiera montar guardia atrás de costales de arena en vez de estar en su consultorio o empresarios y ganaderos hayan decidido libremente patrullar comunidades para proteger a sus familias y sus bienes en vez de estar en su vida diario. No, las cosas no son del ámbito simplista que suelen ver  algunos “comunicadores” y analistas como ha sido pretender conectar a los líderes con causas contrarias y sumarlos de tajo a la ola criminalizadora proveniente de un sector reaccionario del Gobierno.           

                Los ciudadanos han decidido tomar la seguridad en sus manos y si la forma es intimidante para los espantados,  hay que pensar por lo menos en que las afectaciones que sufrieron  han sido potenciadas, mucho mayor a esta ira que comienza a ser canalizada con fines justicieros y perfectamente lógicos.            

 

 

Cuentas claras: La ayuda que ofrece John Kerry a México con el problema de Michoacán, se hace sumamente sospechosa al no puntualizarse hacia dónde debería ir destinada, ante lo que a los puntos suspensivos  y la duda, México debería simplemente decir gracias y no permitir el involucramiento de nuestro vecino que tanto daño ha hecho con sus esquemas prohibicionistas en materia de drogas.

 

*  Periodista, investigador y economista