Pacto por México: minutos extras de vida

16 de mayo del 2013

Por: César Peña

Cuando al inicio del actual sexenio, el Gobierno Federal se apresuró, como una de sus primeras acciones, a presentar este acuerdo político que según algunos serviría para darle legitimidad a la naciente administración, muchos recriminaron el contexto en el que se dio tal acuerdo, ya que sólo se privilegiaba la presencia de los dos principales partidos opositores y escasamente una presencia acotada del resto de la sociedad, confirmando con ello, el tan apocalíptico tripartidismo excluyentista, además de que su agenda, repleta de fines reformistas, no tenía el aval de las militancias partidistas.

                Hoy, lógicamente, la llegada de procesos electorales en diversas entidades -el frágil hilo de todo acuerdo-, comenzó a romperse con el panismo y los sucesos del proselitismo en Sedesol que iracundo, reclamó este uso faccioso de los programas y recursos públicos de la dependencia que dirige Rosario Robles Berlanga, una acomodaticia funcionaria que como muchos, carecen de ideología cuando buscan trabajo bien remunerado.

                Lo cierto es que dentro de las filas del perredismo sucede algo similar o peor, luego de que la tormenta provocada por esta trinidad llevó a las huestes que sienten un poco de vergüenza ideológica, a reclamar esta usurpación de sus voces, lo que en realidad hizo Jesús Ortega al asumir, sin consulta alguna, que el PRD estaba de acuerdo con lo que hace la administración federal de Enrique Peña Nieto.

                Hoy, al calor de las copas electorales, se desnudan intereses y lo que parecía terso y romántico, se puede caer el cualquier momento pues como sabemos, en cada elección emerge lo más descarnado de los interés partidistas en pugnas que no dejan nada a la suerte, ni menos a los acuerdos cupulares debido a que lo que se juega en cada región, son cotos de poder de un microcosmos que está lejos de las esferas de más arriba.

                Estos intereses, tal vez regionales, pero no menores, son los que están dejando escapar el corroído lenguaje con que sus líderes los silenciaron o intentaron seducir, forzar a aceptar este acuerdo que ahora ven como un cheque en blanco, no para hacer reformas estructurales para el avance del país, sino para solapar acciones algunas de éstas consideradas por las escasas bases progresistas, como netamente antirrevolucionarias y regresivas.

                No fue precisamente la Ley Laboral ni tampoco la Reforma Educativa con su contenido lascivo lo que desataría la inconformidad de las tribus, sino las pugnas locales, llevando a que tales desacuerdos comiencen a hacerse públicos en sus Asambleas estatales, donde dejan abierta la posibilidad de desconocer el acuerdo que felizmente sus dirigentes suscribieron sin el aval de sus bases.

                Conforme vayan avanzando los procesos electorales y por ende, agudizándose las rivalidades producto de las deshonestas y ya arcaicas formas de hacer campañas, va a darse un punto sin regreso y terminará ahí el Pacto por México, que ahora es resucitado bajo el blindaje electoral, en el que a duras penas se ve a algunos dirigentes de partidos satélites, que se ven minimizados de esta relación en la que está ajena la sociedad.

                Es precisamente a raíz de esta situación, que deben rescatarse procedimientos como el referéndum y el plebiscito que servirían para darle mayor certeza a las acciones de Gobierno y no se termine haciendo lo que actualmente pasa con la Reforma Educativa y el rechazo encontrado con los maestros del sureste mexicano.

                El Pacto por México, si quiere, podría ser de mayor alcance y con vida no sólo coyuntural, si incluye a toda la sociedad y no sólo a los desacreditados partidos políticos o reducidos sectores sociales, tiene que ser una conversación absoluta con toda la sociedad pues no hay que olvidar que el Gobierno es la representación de la colectividad a quien tiene que consultar en todo momento.

                Antes, veremos lo que el líder albiazul Gustavo Madero amagó en días pasados por un asunto, no de democracia, sino de poder local en Veracruz, está por generalizarse en los siguientes días, cuando las rupturas y la maquillada democracia eructe a sus engendros electorales que liquiden las cortas aspiraciones de un acuerdo que parece nacido para desaparecer.

 

Cuentas claras: Nuevamente la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, entidad que parecía haber dejado atrás sus inclinaciones gubernamentales, se niega a recibir una queja. Esta vez, del dirigente de los coheteros, Jorge Lozano, quien pedía se iniciara una queja por el allanamiento de su casa y robo de mercancía el pasado mes de diciembre. Qué pena por un organismo que veíamos ganaba presencia y credibilidad en la sociedad.

 

*Economista, investigador y periodista