Vaticano; cambios de mentiritas

25 abril del 2013

Por: César Peña

Mario Jorge Bergoglio
Mario Jorge Bergoglio

 

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No hay duda de que Mario Jorge Bergoglio fue puesto por la curia católica para remendar el tejido religioso y la fe al interior de ese culto. Su propósito, desde el primer momento, salta a la vista de una reforma en puerta, aunque muchos tenemos serias dudas de un cambio de actitud y sobre todo, de la verdadera intención de restaurar una iglesia al servicio del pueblo y alejada de los vicios que la han hundido en una dinámica criminal y solapadora desde hace siglos, en que se arrimó al descrédito del que no se ha podido sacudir.

                Cierto, es un periodo de gracia que ha hecho dudara los principales críticos como Hans Kung y Leonardo Boof, sin embargo muchos otros mantenemos nuestras reservas ante el cúmulo de negra historia y sobre todo, por el origen mercantil de este culto, y como lo habíamos dicho anteriormente, por la falta de arrepentimiento, honestidad y sobre todo, por la falta de un marco para resarcir todos los daños que ha cometido, que debe necesariamente ir más allá de “nos equivocamos”, porque no se trata de errores, sino de acciones abiertamente premeditadas.

                Cuando el Pontífice Francisco tomó una cruz de plata en vez de la tradicional de oro, tal acción deja entrever los alcances de los cambios que operará; sólo serán superficiales y los mínimamente necesarios para salir del atolladero. La razón se explica en que pudiendo haber prescindido de cualquier metal precioso que en realidad representa el gusto de los poderosos por las riquezas terrenas, sólo quiso bajar el nivel de los gustos, más no los propios gustos y otra cosa hubiera sido si hubiera elegido otro material como madera o latón. Junto a ello, el cambio de casa tampoco lo hace diferente. Elegir una residencia de 4 mil metros cuadrados por una de 3 mil 999 metros tampoco significa nada en términos de humildad, pero lo peor es que tales acciones tienen el objetivo de salir a la luz pública.

                Ahora bien, lo que ha despertado la expectación de los críticos de la Iglesia es la condena abierta que ha hecho Francisco sobre los actos de pederastia cometido por los clérigos y la reparación del daño a las crecientes víctimas, algo que se antojaba necesario desde hace más de una década pero que tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI no se atrevieron a hacer, lo que sugiere necesariamente una complicidad misteriosa que no se entiende a la luz de una institución religiosa que se dice ser la “buena” que eligió el mismisimo Jesucristo y que constantemente los llama a arrepentirse de sus pecados.

                Pero este ambiente de nulo cambio se reflejado con los datos dados a conocer por el portal TorrentFreak, que refiere que los casi 900 habitantes del Vaticano, tienen la predilección por descargar contenidos pornográficos de la red, por encima de películas y música. Lo más destacado según este portal estadounidense, no es que en esa ciudad llamada “santa”, se descarguen contenidos ilegales, sino que lo que mayor sean contenidos sexuales y vaya usted a saber si entre todo esto no haya también pornografía infantil, que es lo más seguro.

                Lo más visto es una filmación entre una estrella porno y un transexual lo mismo que relaciones de sadomasoquismo, sin embargo, esto coincide con la irrupción que recientemente hizo la Policía federal en los oratorios salesinos “Don Bosco” y “Felipe Ronaldi” en Puebla, indagando casos de abuso de menores y pornografía infantil. Esto, que parece algo apenas en investigación, tiene que ver con esta nueva actitud de la Iglesia, aunque dista de delitos plenamente confirmados como fueron los del líder y fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien hasta era un consumado consumidor y traficante de drogas.

                Pero el compromiso de un cambio debe verse en todos los niveles, no sólo en los aparentes y los más sonados. Ahí está el asunto de África, casi desconocido para la gente de América y del globo, las traiciones y hasta el presunto asesinato de Juan Pablo I, la colaboración con los genocidas nazis y las dictaduras del cono sur, su participación en las cruzadas y sobre todo, la llamada Cruzada de los Niños que mandó a la muerte a dos mil menores para pelear en nombre de Dios. Si estos no son actos criminales que deban ser retomados, no veo que pueda ser importante para Roma, eso sin añadir el regenteo que hizo de 5 mil sexoservidoras de Italia en los tiempos de otro Francisco, Borgia, en el siglo XV, entre otros delitos como el saqueo, la malversación, la usura, etc.

                El fondo del asunto es que mientras no hay la intención de una reforma profunda, que alcance lo que no se ve en la superficialidad, no habrá más que una tibia transformación que por el momento puede detener la crisis rumbo a su extinción, pero sin duda, no podrá servirle para reivindicarse ante la sociedad y los fieles, que tras la fe, quieren un culto que en verdad los oriente por el camino de la paz y no de las mentiras.

 

Cuentas claras: La muerte del activista de izquierda y humanista José Luis Sampedro, recuerda una de las miserias del sistema capitalista y la economía de mercado, la falsa libertad de la que se goza; “vaya usted al mercado sin dinero y verá cuanta libertad tiene”, decía en lenguaje llano el hombre que perdió la vida a los 96 años y que fue un opositor al franquismo español y a la economía convencional.

 

* Periodista, investigador y economista