Inseguridad y microterror

31 DE JULIO DEL 2014

POR: César Peña *

cesarpesa@hotmail.com, twitter@tesaron y Facebook

 

Construir paralelismo en la historia, a veces es una buena fórmula que confirma la ciclicidad de algunos puntos, dando herramientas para el análisis y por ende, comprender fenómenos como la seguridad pública y las estrategias gubernamentales para regresar la paz y el orden, temas que han sido el desafío para los mexicanos en la última década.

            Cuando Colombia se embarcó en seguir con las estrategias prohibicionistas en torno al consumo de drogas, le apostó a poder reducir su producción, distribución y consumo, que alcanzó referencias internacionales, debido precisamente a que cooptados los mercados internos por la vigilancia militar y policiaca, dejó poco espacio para seguir explotando esta veta. En su lugar, la colaboración de productores locales con narcotraficantes de otros países, incluidos los mexicanos, fue en aumento.

            Es de reconocer que los gobiernos de Andrés Pastrana, pasando por Álvaro Uribe en sus dos periodos y luego Juan Manuel de los Santos, lograron sólo uno de los objetivos que se propusieron, pero a muy largo plazo y con consecuencias tan elevadas que hoy en día, Colombia no puede restituir el tejido social; sólo pudieron bajar la criminalidad en gran escala, convirtiéndose en una victoria pírrica.

            México, presionado por la vecindad con Estados Unidos, le ha entrado a la misma dinámica, prescindiendo de una solución que se postuló hace algunos ayeres durante el gobierno de Lázaro Cárdenas y se ha hundido en los mismos resultados mediocres, a tal grado, que la salida se sigue ponderando desde la perspectiva política, dejando de lado totalmente cualquier alternativa en lo correspondiente a la salud pública.

            México sufre hoy ese mismo fenómeno: ha desarticulado a casi todos los cárteles a los que ha golpeado en sus líderes y finanzas, sin embargo, lentamente, como un destino impostergable, ha provocado el surgimiento de pequeños grupos delincuenciales que se han apropiado de espacios controlados, contrario a los primeros que se ubicaban en estados completos.

            Esta atomización está resultando igual o más peligrosa, porque pasa un tiempo en lo que las autoridades detectan y combaten, lapso en el cual ya se multiplicaron y reclutaron nuevos miembros. El Estado de México, Michoacán y Morelos  son ejemplos de ello, donde el microterror se genera casi a la velocidad de la luz, con la amenaza de extenderse a todo el país como sucede en Colombia, donde estos grupos sustituyeron por completo a los antiguos y poderosos cárteles.

            Con más tentáculos, estos grupos diversifican sus actividades y son difíciles de combatir por su dispersión y lo elusivos, a la par de que su bajo perfil y la protección que reciben de parte de autoridades locales, que lo hace más difícil de rastrear. El Edomex  arde en este sentido; feminicidios, secuestros, violaciones, ejecuciones y una criminalidad que se refugia en la impunidad está cerca de nosotros, aunque sabemos que  Hidalgo está blindado y con buenos esquemas, pero lo tenemos a un paso.

            Mientras eso sucede en los reinos de la terquedad, la transición se hace lentamente en otros lugares donde han querido evitar esos ríos de sangre como Uruguay, que explora una ruta de legalización, junto a algunos estados de la Unión Americana, que ya no quieren saber de experiencias como las de Colombia y México.

             

Cuentas claras: La armonización de las leyes electorales en Hidalgo en cuanto a lo que se refiere a las candidaturas ciudadanas, logro que se apunta la administración olverista, en particular, el secretario de Gobierno, Fernando Moctezuma,  logró convocar a todos los partidos políticos para esta nueva era de participación social.

Lo interesante es que esta apertura, logrará que ahora efectivamente la gente elija a sus candidatos y no los que los partidos impongan, con lo que habrá sorpresas en los comicios en pos de una democracia auténtica, no obstante no deja de aparecer el fantasma de los recursos oscuros y manos “divinas” entre los aspirantes sin partido como lo prevén algunos analistas, pero sin duda serán los menos.

 

 

* Periodista, investigador y economista