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POR: César Peña *

cesarpesa@hotmail.com,

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11 DE DICIEMBRE DEL 2014

La crisis social que enfrenta el país a partir de los rojos sucesos de Guerrero con Ayotzinapa e Iguala, no sólo tumbaron ya a varios funcionarios, desde municipales hasta estatales, sino que están poniendo en juego a varios de los del círculo inmediato del presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

            Con el paso de los días, la inconformidad social permeó a esferas que se creían intocables, a tal grado que hoy se barajan como posibles soluciones a pacificación del país el uso del garrote como lo han dejado entrever algunos funcionarios, que tendría un altísimo costo cuando los ojos del mundo están sobre México, y el otro, la entrada de relevos en puestos clave como lo son la PGR y Gobernación.

            No solamente Julio Hernández ha sugerido esta posibilidad, sino que es una escapatoria casi cantada desde el extranjero. Para mal de estos funcionarios, ambos son hidalguenses y fueron artífices del triunfo de Peña Nieto en 2012. Tanto Miguel Osorio Chong como el procurador Jesús Murillo son los funcionarios cuyos cargos están en vilo, pese a que el primero no ha hecho tan mal papel.

            Es más, Osorio Chong hasta se había anotado un acierto al hacer presencia entre la comunidad politécnica para destrabar el conflicto estudiantil, que como único detalle erróneo, fue postularlo para una solución breve de 5 minutos, casi pareciendo  Fox, pero que le valió los aplausos y hasta le devolvió su capacidad negociadora que no ponía a prueba desde hace tiempo.

 

            Este escenario, para el presidente de la República no sería descartable ni mal visto, pues además de que  refrescaría y destensaría el clima social, hasta le daría  posibilidades para llevar como su candidato presidencial a quien se dice que es su delfín: Eruviel Ávila, quien estaría directamente disputando esta nominación a Osorio Chong.

 

            Hay quienes aseguran que desde Washington no ven mal una transición política general, más considerando la endeble  situación de Barack Obama y sobre todo, los recientes sobrevuelos de naves rusas que tienen la mirada puesta en México para ser la punta de lanza de un cambio político general ante las desgastadas costumbres de la mentira y la corrupción impregnadas hasta el tuétano de la clase política.

 

Pero esta, desde luego, es una salida operada desde la política, falta ver lo que dice la sociedad a estas modificaciones para que puedan genera los menores costos sociales ante una crisis que sigue escalando en dimensiones y que pone de manifiesto que las instituciones tienen una caducidad que ha llegado a punto tal de que comienzan a emanar olores fétidos por todos lados y que los políticos, incluidos diputados y senadores, se niegan a ver.

 

Este desaguisado político ha enfermado a la sociedad y no a la inversa como se quiere hacer ver. Ante el agotamiento de la actual forma de la política. No es novedad que la gente ya no crea en los políticos y los partidos, cosa que ya sabían desde hace mucho tiempo, sino que lo inédito es que sólo bajo la actual coyuntura es cómo se están convenciendo de que también pueden ser vulnerables y reemplazables, algo que no les gusta y a lo que se aferran con lo que puede.

 

Cambiar la política puede significar el fin de los privilegios de los que ahora con cinismo dirigen al país, por lo que también está en la disyuntiva de hacerlo de manera pactada y pacífica o hacerlo de la peor manera a la que nadie quiere llegar mientras haya millones que creemos en el proyecto democrático, aunque de uno y otro lado, la desbandada sea fuerte.             

 

 

* Periodista, investigador y economista