Redentores electorales...

César Peña *cesarpesa@hotmail.com,

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12 DE MARZO DEL 2015

Los partidos políticos, expertos en utilizar el hambre, los sentimientos y causas populares a lo que denominan “marketing político”,  no se han ocupado de atacar y buscar salidas adecuadas a la virulenta inseguridad de la cual desde luego son corresponsables, y que lógicamente no podía faltar en su propaganda que ataca los hogares con motivo de la renovación del Congreso de la Unión.

            En estos días de precampañas o difusión institucional, salvo un par de institutos políticos, la mayoría ha centrado sus mensajes a partir de la crisis social y el clima de violencia que viven todos los ciudadanos, ya no de una zona como lo fue solamente el norte durante la primera escalada del crimen organizado, sino que ahora no hay región alguna  libre de este problema.

            Cuando la agenda nacional debería ser precisamente ocuparse de este tema, los partidos, en papel de redentores,  lo han asumido como suyo, no para solucionarlo, porque de sobra  queda claro que en el Congreso y el Senado han sido incapaces de dar resultados, postergando y eludiendo compromisos reales como acabar de una vez por todas con la impunidad. La Fiscalía Anticorrupción del panismo, parece en tal sentido, una broma de mal gusto.

            Si recurrimos a la memoria, Acción Nacional fue quien por largos 12 años fue incapaz de hacer algo efectivo contra los “peces gordos” que el foxismo se propuso encarcelar. En ese sexenio, lo mismo que en el calderonismo, fue cuando se incubó la impunidad y la falta de castigo a los delincuentes de cuello blanco como aquellos incrustados en los partidos políticos, a tal grado   que como infección, contagió a todas las instituciones, poderes y partidos.

            Lógicamente, el panismo es uno de que se quejan de la violencia en sus promocionales cuando al igual que el PRI y el PRD han sido gobierno y señalados de auspiciar diversos ilícitos. Sus soluciones no sirvieron en su momento y no creo que tampoco resulten. Las alternativas del perredismo están en la misma tesitura pero hasta la fecha no han tenido el valor ni la sutileza de aceptar su responsabilidad en el caso Guerrero, oscurecido por desapariciones, muertes de estudiantes y un clima social con pólvora de injusticias en el aire.

            El priismo transita en la misma autopista, sin embargo no ha tomado en ningún momento la bandera de la inseguridad y su oferta política, raquítica en esencia, se ha centrado en ilustrar la grandeza de los mexicanos, que a decir de algunos expertos,  no ha logrado revertir el desprestigio acumulado en los últimos meses, más precisamente, a partir del caso Ayotzinapa y Tlatlaya, aunque los errores se han venido sumando decantando en las casas adquiridas misteriosamente al constructor preferido del Gobierno en un tráfico de influencias que sigue generando polémica.     

            En el tripartidismo, escuchar quejarse de la violencia suena a vituperio. Sus cuadros, dirigentes y políticos están enlodados en omisiones, protección y hasta en abiertos actos criminales, por lo que no es posible hacer una lectura favorable de sus ofertas y soluciones que es en todo caso, simple verborrea.

            Los partidos nuevos tienen el beneficio de la duda al criticar el rubro de la inseguridad al estar aparentemente limpios, sin embargo, hemos visto que tan pronto se vuelven opciones políticas, se corrompen como espuma de una cerveza. Tocan el tema tan ferozmente como lo haría cualquier ciudadano víctima de la violencia, aunque con intereses distintos. Su mal central: mucha queja y pocas soluciones  reales fuera del círculo vicioso del que forman parte y que nos ata a un ejercicio electoral ya no poco pretensioso, sino totalmente estéril.

            Lo cierto es que  las plataformas políticas contienen, efectivamente, los principales problemas de los mexicanos, aunque tocados con demagogia y sólo como estandarte de una solución sin porvenir, de una fantasía pírrica de otra dimensión, porque en ésta, la realidad sigue empeorando mientras los partidos y sus dirigentes prosperan y hunden más al país con la certeza de que son parte de la tripulación que puede tomar una lancha de emergencia cuando el barco se hunda por completo.

           

 

* Periodista, investigador y economista