GASTO SOCIAL

05 DE JULIO 2012

GUERRA ELECTORAL Y PERIODÍSTICA

 

La abusada frase de “guerra es la extensión de la política”, pero por otros medios atribuida a Clausewitz, tiene un ato sentido cuando se trata del ambiente electoral en México, que cada vez se aleja más de las vías civilizadas y se parece a un escenario de conflagración bélica, en la que se puede hacer uso de cualquier recurso para ganar.

Cuando los partidos que se disputan la Presidencia de la República, hacen escaños en la Cámara de Diputados y el Senado, así como Diputaciones Locales recurren a todo lo que está a su alcance, incluyendo, por supuesto, hasta cuestiones ilegales que polarizan y crispan a toda la sociedad que busca, en este involucramiento, defender sus posiciones ideológicas.

Con este condicionamiento, los medios de comunicación, que en el devenir se han constituido en un “cuarto poder” y en un aparente “cogobierno”, libran también una lucha, ideológica para algunos, aunque claramente económica, rodeada de un régimen de privilegios, arreglos y contratos futuros para otros.

Agrupados en dos frentes, los medios de comunicación libran también una lucha para defender la causa de sus patrocinadores, y en los extremos como ahora una disputa entre ellos, siendo también parte del mismo escenario electoral que ha salido de los partidos para permear a la misma sociedad y a los propios representantes de la prensa.

Acusados de defender la causa de Enrique Peña Nieto y la coalición “Compromiso por México”, están Televisa, TV Azteca, El Universal, Milenio y todos los medios de Organización Editorial Mexicana (OEM). En más de una ocasión sus directivos y periodistas han sido tachados de vendidos; rebajados a caricaturas, comunicadores como: Joaquín López - Dóriga, Carlos Marín, Adela Micha, Emilio Azcárraga, Mario Vázquez Raña, entre otros, han sido ridiculizados como “prostitutas” al servicio del mejor postor.

Del otro lado, acusados de servir a los intereses de la izquierda, algunos por convicción y otros simplemente porque allá los ha empujado su trabajo, han sido señalados medios como Proceso, MVS y Carmen Aristegui, Reporte Índigo, La Jornada, Contralínea, que en realidad no lo hacen en bloque, como se supone que si lo hacen los primeros. Lo cierto es que muchos periodistas de estos medios son activistas de los derechos humanos y de las causas populares.

Por supuesto que hay un profundo dilema ético en vender la línea editorial de un medio, porque es concebible vender espacios de publicidad, pero de eso a entregar todo el medio para servir a un cliente, deja mucho que desear en materia de periodismo e integridad.

Si delicado es que haya irrumpido el fundamentalismo en los partidos políticos, lo es todavía que tal lucha haya permeado a todos los niveles, donde los medios de comunicación son sólo parte del iceberg de lo que sucede en la sociedad y que amenaza con choques de huestes, que ya se han visto en algunos estados de la República Mexicana.

Era cuestión de tiempo para que esta polarización alcanzara también a los jóvenes estudiantes de #YoSoy132, que acelerado por las necesidades de los partidos políticos los benefician o afectan, han tratado de meter la mano para conseguir votos a su favor.

En estos momentos, los partidos son como una especie de antihéroe del Rey Midas, en que todo lo que tocan en vez de convertirse en oro, se convierte en heces fecales, o algo parecido, pues lo destruyen, dividen o denigran, por lo que esta politización de toda esfera de la vida social sufre esta virulencia política.

En cuestión de medios de comunicación, la mayoría de ellos, por naturalidad se han vinculado con los partidos y el sistema político mexicano, de ahí que les resulta obvia su posición, no tanto así a quienes los vemos desde fuera, pues está en entredicho su trabajo profesional y su ética, ¡si es que la tienen!, quienes, como dice Josefina Vázquez Mota, están dispuestos a todo.

La neutralidad que presuntamente profesan todos los medios (que siempre he dicho que no existe), ha quedado evidenciada en estos momentos en que los dueños, reporteros y sobre todo las gerencias, se doblan ante las carretadas de billetes, que si bien no los hace el cuarto poder, si les sirve para tener la sensación de cogobernar como lo sostiene John Kenneth Galbraith en “Anatomía del Poder”, o si acaso garantizar un sexenio opulento y ser un consentido de arriba y desde luego “un odiado del pueblo”.

 

César Peña

cesarpesa@hotmail.com