¡Subir salarios, el falso debate!...

Por:  CÉSAR PEÑA

cesarpesa@hotmail.com,

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09 DE  OCTUBRE DLE 2014

Lo primero que se viene a la mente cuando se pone en “el ojo del huracán” la propuesta de subir el salario mínimo en México, es que tiene que ver con algún partido o “lidercillo” que busca sacar raja política en pos de mejorar su imagen o buscar algún cargo nuevo. Aunque el tema se ha discutido en la superficialidad, es menester aclarar el debate para separar lo real de lo imaginario.

            Lo que está en juego no es sólo un deseo y su viabilidad, son lo que se encuentra en realidad detrás del tema, es la lucha de clases empujando entre estas propuestas. Los obreros quieren mayores salarios y la clase patronal, entregar lo menos posible. Si partimos de esta premisa marxista, tenemos un paso avanzado y de ahí dilucidaremos lo subsecuente como lo son los diversos actores que han tomado la palabra.

            Cuando se afirma que provocaría inflación un aumento “injustificado”, es decir, sólo por decreto, sin que haya la correspondiente productividad, tenemos que recordar que en México, el poder adquisitivo se ha caído en un 70 por ciento en los últimos 20 años, mientras que la productividad ha crecido en un 30 por ciento en el mismo periodo.

            Existe, una autoridad, que determina, por estudios muy probablemente de índole quimérica, lo necesario para la clase trabajadora.  Es la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, una instancia inoperante, aliada del patrón y de quienes gobiernan este país, quien ha sido la encargada de determinar lo que es “necesario” para la alimentación y el sustento del trabajador, que curiosamente, difiere de lo que en Estados Unidos es el requerimiento mínimo para el obrero y su familia.

            Si nos atenemos con rigidez al significado de “salario mínimo”, de acuerdo al texto constitucional y la mencionada Comisión, es “lo suficiente para cubrir las necesidades básicas del trabajador y los integrantes de su familia”. Nadie en su sano juicio, puede considerar que 50 pesos diarios sirvan para que una familia se alimente, vista, calce, pueda costear estudios y además pueda llenar las necesidades de esparcimiento, etc., aunque un ex funcionario panista dijo que hasta alcanzaba para pagar estudios privados de los hijos.

            Mientras en Estados Unidos, el salario mínimo difiere de cada estado, pero no es menor en ninguno a 6.90 dólares por hora, algo así como 650 pesos diarios, acá, lo más revolucionario es fijar el parámetro mínimo en 85 pesos. La realidad sigue superando a los políticos, pues para poder regresarles la dignidad a los trabajadores mexicanos, por lo menos, este mínimo debería quedar en 250 pesos, como lo sugieren investigadores de la UNAM como Luis Lozano Arredondo, algo que suena inimaginable para los dueños del capital.

            En algunos puntos del mundo y como pudiera hacerse en México para no disparar los costos de algunas tarifas y cuotas que se tasan en función de este mínimo, bien se pudiera manejar, como señaló Enrique Galván Ochoa,  un salario mínimo para esto y otro, para los sueldos de los trabajadores, ya que recordemos que instituciones como el Infonavit, cobran las aportaciones en función de estos salarios mínimos, lo mismo que las multas y diversas cuotas más.

            Como dijimos con anterioridad, además un aumento del salario no supone en ningún caso inflación o problemas microeconómicos. La experiencia convencional nos dice que mayor capacidad adquisitiva, representa un consumo mayor y desde luego, mayor ahorro, con lo que los bancos podrían estar en posibilidad de prestar mayores montos para la inversión y bajar sus tasas de interés, dinamizando el ciclo económico, por lo que es una mentira el supuesto de funcionarios hacendarios y la clase patronal de que tiene un contrasentido y no es oportuna. Un mayor gasto público, en verdad, ayudaría en este entramado, a mejorar las perspectivas del México que desde hace años está hundido en la desesperanza económica  y social.

           

Cuentas claras:Una lectura al libro de Lydia Cacho, editado en 2010, titulado, Esclavas del poder, da referencia de lo que sucede en muchos lugares del mundo y que diversos sectores se niegan a ver, ser mujer en una sociedad machista es un peligro permanente. El turismo sexual tiene destinos múltiples como en Europa y Asia, aunque está prácticamente presente en todo el globo. Cuba, nuestro vecino, por ejemplo, es punto predilecto de muchos mexicanos que para distraerse van en busca de sexo y “novias”. Como de costumbre, la pobreza es el lugar donde se reproduce este mal que se considera normal en este mundo de doble moral institucionalizada.

 

 

* Periodista, investigador y economista