AUSTERIDAD MUNICIPAL FORZADA

02 DE FEBRERO DEL 2012

Austeridad municipal forzada

Una costumbre para casi todos los gobiernos municipales y de otros niveles, es que el primer año de Gobierno resulta imposible en materia de administración y aún más en materia financiera, en que se entremezclan razones hasta ahora nada claras que se asocian con situaciones que van más allá de asuntos gubernamentales y que apuntan al pago de gastos y compromisos de campaña.

                Las declaratorias de austeridad irrumpen en muchos de los 84 ayuntamientos, que no dan mayores razones de peso que el “ahorro” y la racionalidad que nadie les ha pedido y además no hace falta.

                Un primer indicio de esta situación tiene que ver que sin existir una crisis declarada como sucedió en el 2010 en que la Secretaría de Hacienda aplicó dos importantes recortes que obligó a los estados y municipios a recibir menos dinero que el año anterior. En esta línea se encuentra el retraso en la entrega de recursos, muchas veces motivada por mañosas maniobras de la Federación.

                Sin embargo, cuando las situaciones anteriores son ausentes, crece la sospecha de que efectivamente la ausencia de recursos durante el primer año obedezca a la creciente urgencia de pagar a quienes financiaron las campañas luego de que los nuevos ediles comprometieron dinero propio y ajeno en su aventura político – electoral.

              Sin decir nombres, voy a ilustrar con un somero ejemplo. Para la campaña que tuvo su desenlace el pasado 3 de julio, un candidato que rindió protesta como edil el 16 de enero, además de que tuvo “patrocinadores” de último momento para ganar la elección, tuvo que empeñar su casa para sufragar los gastos de la contienda.

                Para la comida del cambio de estafeta, este alcalde no tenía un solo peso y tuvo que pedir fiada la comida en que se mataron dos borregos y cinco puercos ya que no había dinero para pagarle sus servicios.

                Como buitre, ahora este gobierno municipal busca desesperadamente obtener recursos vía impuestos locales del comercio, tomas de agua y todo lo que pueda pues las ministraciones son lentas, programadamente torpes y además los gastos son fortísimos.

                Esto recuerda mucho al primer año del ex mandatario Miguel Ángel Osorio Chong, que aplicó una desmedida racionalidad en toda la administración estatal ante los crecientes rumores de que su antecesor, Manuel Ángel Núñez Soto, invirtió dinero público en su pretensión presidencial que acabó en nada, solamente con un boquete en las finanzas de la entidad.

                De esta historia inmediata se desprende entonces una tradición de algunos gobiernos, políticos y partidos de hacer del dinero público una caja chica que luego compensan durante el segundo y años restantes en que la opacidad financiera, la falta de control y la simulada transparencia, posibilitan esta situación.

                Para colmo de males, en muchos municipios los ediles entrantes son del mismo partido que los salientes y tienen que protegerles las espaldas sobre los gastos que directa o indirectamente fueron a dar a la campaña con lo que vuelve una relación de complicidad que se institucionalizó velozmente en menos de tres décadas.

                Todo el sistema político legó esta forma de “financiar” cargos públicos en tiempos de elecciones de forma tal que se hizo común en procesos federales, estatales y municipales sin ningún problema, sistema al que le ha entrado gustosamente el panismo y el perredismo partidos que han arribado al Gobierno con pocas ideas y mucha ambición.

                La cantaleta del ahorro es pues, parte del argot gubernamental para disfrazar el tremendo desaseo que existe y que muy pocos están dispuestos a asumir a no ser que sean de partidos diferentes al que gobernaba aunque la retórica se impone como le sucedió a Fox cuando iba a meter ala cárcel a los “peces gordos” de los cuales no cayó jamás ninguno y a muchos hasta los incorporó a su administración.