EDITORIAL

13 de junio del 2013

El hombre por naturaleza añora el poder, lo busca afanosamente, se quiere imponer en el trabajo, el hogar, en el deporte, en todos lados, ni que decir de aquellos que buscan el poder público a través del oficio político, esos que tienen la obligación de servir a la gente, porque devengan un sueldo, y su compromiso vital es solucionar los problemas que pudiera tener la ciudadanía, y no provocar conflictos con la gente, mucho menos tratarlos con arrogancia y humillarlos; ésta administración panista se ha caracterizado por la manera en que los funcionarios públicos han abusado del cargo conferido por el pueblo, y va desde el alcalde de Tulancingo hasta el más simple de sus colaboradores, como lo es el encargado de Mercados, quien, abusando de la responsabilidad que le otorgó el presidente municipal, ofende y agrede a la gente, los extorsiona, los maldice, los humilla y para todo saca a relucir que él goza de toda la confianza del ejecutivo local y lo peor, dice a la gente que lo decomisado a los vendedores ambulantes, lo lleva a la casa de Julio Soto, y si esto es cierto, que vergonzoso para un hombre que en lugar de dar, quita, que solapa acciones como las que comete el tal Fernando, quien es humilde con los soberbios y soberbios con los humildes; ojalá que Julio Soto escuche a la gente que a diario agrede este corrupto, sobre todo a las mujeres que por necesidad buscan el pan de cada día, las agresiones son ya muchas y Fernando se ampara en que él es capaz de todo por tal de defender el cargo que Julio le dio así sea la violencia, pues según él, Julio lo protegerá siempre, haga lo que haga…