¿Adiós al dedazo...?

Por: César Peña *cesarpesa@hotmail.com,

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05 de Marzo del 2015

Los métodos de repartición de candidaturas en los partidos políticos de México, son tradicionalmente, los más antidemocráticos del mundo, donde se benefician los líderes que tienen secuestrados a las dirigencias y votantes,  entregando  promesas lo mismo que dádivas o de plano,  abordando la línea de la imposición y  obligando a los militantes a “disciplinarse” por el bien del partido.

            Estas formas rudimentarias y cavernícolas, aunque recurrentes, algunas veces emergen en quejas ante los tribunales electorales, aunque en la inmensa mayoría, son aprobadas por la colectividad partidista sin importar lo troglodita que resulte ni los damnificados que genere. Las autoridades  saben de ello y pocas veces han impulsado métodos diferentes.

            Ante el tradicional dedazo estilado en los partidos principales del país, junto a las votaciones de los integrantes de los Consejos Políticos o las cuestionables encuestas de popularidad, por primera vez un partido, el de Andrés Manuel López Obrador, Morena, aplica un método diferente, aunque no libre de ser cuestionado, como es el de elegir al azar, por una tómbola, los nombres de quienes encabezarán las candidaturas, en este caso, a diputados federales.

            El primer pero le ponen sus críticos, es que cómo es posible dejar en mano de la suerte tales encomiendas sin importar los perfiles y las carreras, en que sin duda, no sirven para este efecto, sin embargo, históricamente los que llegan a todos los puestos de elección popular y candidaturas, son los más hábiles, pero en trepar y en usar la demagogia, en engañar y prometer mil paraísos, es decir, son los más oportunistas, por lo que esta objeción resulta pusilánime.

            En el otro extremo, el dedazo ha ayudado a salvar la trama del canibalismo interno y se presenta como solución con “candidatos de unidad”, donde se supone, el consenso ha dirimido cualquier reyerta aunque de vez en cuando el método no logra la falsa unidad deseaba y se exhibe un espíritu abiertamente antidemocrático producto de la imposición y no del común acuerdo.

            Para los primeros que resulta escandaloso el método de Morena, es para quienes ya se acostumbraron al autoritarismo político y sus tentáculos,  a la línea dura que todo lo resuelve con el sometimiento y que se espantan con ideas novedosas, que si bien, no ayudan a resolver el problema de los talentos y perfiles, por lo menos tiene un carácter de mayor equidad desde el punto de vista de la igualdad interna de los aspirantes.

            Lo quisquilloso de los nuevos métodos de elección, nacería a partir del éxito de los anteriores. Ahondando  en la elección interna vía Consejo Político, todos los que conocen de cerca a los partidos, saben que los consejeros son maiceados, amenazados y corrompidos. Dan su apoyo a los personajes que su padrino político les ordena. Casi sin chistar, cumplen con el deseo de quien los puso ahí pagando el favor. Quien crea que esto es democracia que se replantee su propia vida porque esto es más cercano al chantaje, al amiguismo  y a viejas formas anacrónicas dignas de sociedades pre democráticas.

            La vía de  Convención de Delegados es la misma extensión del dedazo, donde el presidente del partido o la voluntad del gobernador o el jefe del Ejecutivo, decide quienes llegarán, sólo que más disfrazada y con votitos repartidos homogéneamente que al final resolverán lo mismo, con una apariencia de democracia. Las encuestas, tan quiméricas como el hada de los dientes, responden a quienes las impulsan y son una entrega descarada de dinero o enteras jornadas de pago de favores con la militancia. Todo esto, se reduce a espectáculos denigrantes en que se pone el pie al rival interno, se le exhibe, descalifica y agrede para que no llegue. La suciedad de las luchas internas es el prolegómeno del cochinero posterior entre los partidos.   

            Ciertamente no puede quedar en manos de la suerte el reparto de candidaturas, pero por el momento es lo más innovador y avanzado que hay entre los partidos políticos que se hunden ante la falta total de credibilidad en la sociedad  por querer seguir teniendo el coto del poder que ellos mismos se diseñan, se califican y supuestamente se replantean. Juez y parte, al fin y al cabo, no pueden salir del atolladero por si solos, es algo incuestionable.

             

 Cuentas claras: El Poder Judicial no puede sustraerse a la grave descomposición que sufre el país. No hay la menor duda de que está tan enfermo como el Ejecutivo y el Legislativo y que reclama una reforma, que por el momento, no se ve por ningún lado desde el interior. Todos sus órganos, desde los tribunales, jueces, magistrados, salas de circuito, ministerios públicos y sentencias, hieden a corrupción, por lo que como sostienen organismos internacionales, como la ONU, Amnistía Internacional o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ha dado pie a abusos, gente inocente en la cárcel y los culpables en la calle, impunidad y procesos turbios, por mencionar algunos de sus efectos y defectos que ya son endémicos y se han institucionalizado con el paso de los años.  

 

* Periodista, investigador y economista