¡PANCHO CACHONDO VIVE!

Por:  CÉSAR PEÑA

cesarpesa@hotmail.com,

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02 DE OCTUBRE DEL 2014

Las críticas en contra del panismo trasnochador, juerguista y presto a hacer uso de favores sexuales pagados, se han quedado cortas respecto a la vieja discusión de siempre: que un político su vida privada debe quedar en sigilo, protegida por el secreto, porque al parecer, lo que los panistas y sus detractores quieren es confundir a la opinión pública sobre ello, poniendo distancia con su vida pública. El juego de lo público y lo privado los ha superado.

            Señalar que lo que pasó con el ex coordinador panista Luis Alberto Villareal y los otros panistas que fueron grabados en una fiesta tan intensa como relajada en Cancún, que se nos dice, no es materia del escrutinio público, es un error. Por el contrario, al panismo, ese mismo que se ha erigido como brazo político del catolicismo y su moral de cartón, se le puede exigir todavía más porque se supone que deben ser un ejemplo en todo sentido.

            Al remitirnos a los documentos básicos de Acción Nacional, hemos escuchado hasta el hartazgo que están a favor de “la defensa de la dignidad humana”, que en términos más rasos, es que son promotores escrupulosos del respeto de hombres, mujeres y niños. Pues, bien, lo que estaban haciendo al toquetear y tener relaciones sexuales a cambio de dinero con varias mujeres, presuntamente prostitutas, es participar activamente en un problema de comercio sexual y trata de personas, desde la esfera del consumo y no sólo un inocente juego adulto.

            Porque seguramente los panistas, esos émulos de “Pancho Cachondo”, aquel ex legislador capitalino del PAN que era fotografiado una y otra vez en centros nocturnos por su amor a esta vida, no saben las condiciones en que esas mujeres a las que les pagaron por las caricias, llegaron a ese trabajo. Ahora bien, siendo legisladores, tenían la obligación, tanto moral, como política, de que al conocer la actividad a la que se dedican las féminas o hacer algo por ayudarlas, pero no para perpetuar su condición.

            Pero Villareal y los demás panistas, que ahora sabemos, recurren habitualmente al uso de sexoservidoras, no sienten el menor reparo por sus acciones, no defienden ninguna “dignidad”, y además, esos creyentes fieles en instituciones como el matrimonio y la fidelidad, son los primeros en traicionarlas, por lo que no pueden tener ningún valor sus palabras como políticos cuando no respetan ni sus frágiles y despreciados valores.

            El asunto políticamente, se lanza al olvido con la sustitución de Villareal en la coordinación panista en la Cámara de Diputados, cuando debería ser motivo de una exhaustiva investigación como sugiere Álvaro Delgado, porque se trata de personajes públicos, en cuya festividad se presume el uso de recursos públicos y hasta la fecha el asunto no ha sido zanjado de manera satisfactoria ni en esta vertiente, mucho menos en la moral, la más dañada.

            Pero si regresamos a la peculiar moral panista, los integrantes de este partido se autodefinen personas íntegras, lo que sabemos, es una falsedad tan sólo al ver los innumerables casos de corrupción durante el foxismo y el calderonismo, pero su honorabilidad resulta también maltratada al ser exhibidos como entregados sirvientes de Baco y de diversos vicios. Otra vez, no hay coherencia entre el discurso y la realidad. En Hidalgo, los panistas locales son igual a estos y son vistos en bares, centros nocturnos y diversos lugares de ruindad humana.

            Los herederos de la Quinta Columna Nazi en México nos quieren  venir con cuentos chinos en comportamiento, cuando bien sabemos que no son capaces de pasar la prueba más elemental, que es el respeto por sí mismos y los demás, así como la honestidad. Sólo saben de moral, cuando se trata de los demás y de asuntos como el aborto o las drogas que sirven para ganar votos o sembrar el terror, pero hemos visto que no es más que demagogia pura.  

 

Cuentas claras:El movimiento ciudadano iniciado en el norte del país y del que se desprende visiblemente la figura de Gilberto Lozano, sigue ganando seguidores ante la probada ineptitud de los políticos en México y el lastre en que se han convertido los partidos para el avance social solapada bajo formas transfiguradas de la democracia. Sin embargo, es de advertirse que la política, como forma de gestión de necesidades, tiene rescate, pero no bajo la actual forma, envilecida en potencia, ante lo cual es necesario el desmarque, pero no su cancelación. Hay que voltear en el pasado inmediato de un ex candidato presidencial que despreciaba la política y acabó por estar dentro de ella y lo peor, practicando sus peores formas.

 

* Periodista, investigador y economista