EDITORIAL

POR: J. ZAMACONA 

12 DE FEBRERO DEL 2015


Ser un representante popular, es un gran compromiso; una responsabilidad que dejará marcado a cualquiera que adquiera este compromiso con la gente; ser Regidor o Sindico, en un gobierno municipal donde las cosas no se hacen con pasión,  es un gran reto, donde la valentía y la honestidad  se reflejan  en cada sesión pública que tiene el ayuntamiento; callar y levantar la mano  por una migaja de pan, es vergonzoso,  más cuando el silencio es el mejor argumento para solapar las fechorías de un Presidente Municipal sin escrúpulos; no es sencillo oponerse a las decisiones de un alcalde, porque el poder real lo tiene el ejecutivo municipal, es el que paga y pega cuando no se es aliado de sus caprichos, exhibe y busca ridiculizar a quienes están en contra de sus intereses; el aparato de gobierno se vuelca hacia aquel que cuestiona con argumentos legales los acuerdos amañados de un cabildo sin conciencia social; por eso hay que reconocer la valentía de aquellos que gritan y hacen eco a las inquietudes  de la ciudadanía, que no traicionan el sentir popular que alguna vez los llevó a representar a un buen número de electores que creyeron en los hombres y mujeres que tienen la obligación de orientar y vigilar los recursos del erario público, porque  el dinero que llega a las arcas municipales es para dar bienestar a la sociedad y no solo para pagar los sueldos de regidores y síndicos que exigen más sueldos y prebendas a cambio de su silencio…